Chiara Perez
Estudiante de Conservación del Patrimonio (especialidad Museos) en el Institut national du patrimoine (Francia)
Los museos no tienen fronteras,
tienen una red
septiembre 24, 2024
Palabras clave: acción cultural, asociaciones, ámbito social, mediación, público alejado.
Se utilizan muchos términos para describir a aquellas personas que no suelen frecuentar los museos, como “ámbito social” o “público alejado o excluido”. Aparte de estas personas, a las que las instituciones intentan persuadir cada vez más para que crucen sus puertas, actualmente las asociaciones, tanto si su misión primordial está vinculada con la cultura como si no, participan en aquellas políticas que están relacionadas con los visitantes.
¿Cómo pueden los voluntarios llevar a los museos a los beneficiarios de las ayudas? ¿Cómo pueden ayudarles las instituciones? Como estudiante de conservación de museos y voluntaria de la Cruz Roja, me gustaría presentar este doble punto de vista basándome en el trabajo de la Cruz Roja de París.
Acción cultural en la Cruz Roja
La Cruz Roja Francesa de París cuenta con 18 unidades locales que funcionan de forma independiente y organizan iniciativas en sus respectivas zonas, mientras que la delegación territorial de la Cruz Roja gestiona las iniciativas de mayor escala. Las acciones que se realizan son variadas y más o menos numerosas según cada unidad local. Por un lado, primeros auxilios y formación, y por otro, acción social, que incluye rondas de voluntarios, alimentos, ropa, cursos de francés como lengua extranjera (FLE), ayuda con los deberes, etc.
Aunque la cultura no es una misión estructural de la Cruz Roja, en muchas unidades se ha desarrollado una acción cultural de manera espontánea como complemento de otras misiones locales. La frecuencia va de una acción al año a una a la semana, hasta el punto de que en alguna unidad local la acción cultural se ha convertido en algo de pleno derecho y cuenta con un equipo de voluntarios dedicado a ello.
Las actividades se organizan principalmente para los alumnos de FLE, muchos de ellos recién llegados a Francia y en situación precaria, y para algunos voluntarios las visitas representan incluso una prolongación de los cursos. Varias unidades locales de la Cruz Roja llevan al museo a niños que reciben ayuda con los deberes o procedentes de otras asociaciones, y algunas llevan a personas que reciben la ayuda de la tienda solidaria, a menores no acompañados o a estudiantes.
Estas actividades culturales adoptan múltiples formas: visitas a museos o lugares de interés patrimonial, paseos por París, visitas a mediatecas, proyecciones de películas, sesiones de ópera o teatro (obtienen las entradas a través de la delegación territorial o de asociaciones), talleres prácticos de teatro, etc.
¡Al museo!
Las visitas a museos siguen siendo de las más populares entre los voluntarios y los beneficiarios. Las instituciones visitadas van desde lugares emblemáticos como el Louvre y el Museo de Orsay, hasta museos más pequeños como la casa de Victor Hugo, con el fin de estudiar a este autor con los alumnos de FLE. Las visitas con niños tienen un enfoque algo distinto, se trata de seleccionar temas y lugares destacados en los que resulte fácil proponer juegos y actividades.
Para organizar una visita guiada o un taller, los voluntarios recurren a un mediador del museo, o bien dirigen ellos mismos la visita. Algunos prefieren simplemente acompañar a su grupo, pero dejar que los visitantes descubran las colecciones a su ritmo y señalan algún objeto de vez en cuando. Otros dedican mucho tiempo a preparar la visita para ofrecer un servicio de mediación, e incluso crean cuadernos de juegos o paquetes educativos. Algunos voluntarios aprovechan los cursos de formación relacionados con el ámbito social que ofrecen algunos museos (por ejemplo, los cursos del Louvre para aprender a “comentar las obras en voz alta”, o para descubrir el contenido de una exposición), a veces para probar nuevos tipos de mediación, como la mediación participativa.
Sea cual sea el método utilizado, el objetivo es desacralizar el museo y hacer que los beneficiarios quieran volver por su cuenta y, al mismo tiempo, compartir un momento con ellos con el fin de combatir el aislamiento social.
¿Cuál debe ser el posicionamiento de los museos y sus profesionales?
Los museos se esfuerzan cada vez más por fomentar las visitas de los agentes sociales con sus beneficiarios, e incluso a veces formalizan este tipo de asociaciones. El programa “Vivre ensemble” (Vivir juntos) del Ministerio de Cultura reúne a 37 instituciones que ofrecen entradas gratuitas, o a precio reducido, y formación para voluntarios. Más concretamente, la Cruz Roja de París se beneficia de un convenio firmado en 2022 con la institución pública Paris Musées (Museos de París). Inicialmente concebido para luchar contra el aislamiento, el convenio es utilizado en la práctica por los voluntarios que dirigen este tipo de iniciativas culturales, pues garantiza el acceso gratuito a los grupos de la asociación, y también el derecho de los voluntarios a hablar en voz alta dentro del museo para comentar las obras[1] sin necesidad de formación previa. Los beneficiarios también pueden beneficiarse de visitas y/o talleres gratuitos con un mediador del museo hasta un límite de 20 actividades al año.
La gratuidad es, de hecho, un factor clave a la hora de elegir museo por parte de los voluntarios. Aunque algunas unidades locales cuentan con un pequeño presupuesto para visitas culturales, pero la mayoría de ellas no dispone de recursos económicos para algo que no suele ser más que un complemento de otra actividad, y sólo eligen museos que puedan visitarse sin pagar. Por lo tanto, parece que ofrecer a los grupos sociales la opción más amplia posible de acceso gratuito (que incluya entradas, derecho a hablar en voz alta para comentar las obras e incluso visitas guiadas y talleres) es una prioridad para los museos.
Además de la gratuidad de estas actividades, sería conveniente reforzar la comunicación dirigida a los agentes sociales para fomentar la organización de estas actividades. Los voluntarios más comprometidos suelen ser entusiastas y conocedores del sector cultural, o incluso profesionales, y están familiarizados con la red de museos de París y las ofertas disponibles para los trabajadores sociales. Sin embargo, este no es, ni mucho menos, el caso de todos los voluntarios, algunos de los cuales desconocen la existencia del convenio con Paris Musées o las condiciones de la gratuidad. Contactar con los voluntarios de las distintas unidades locales, en lugar de dar prioridad a los interlocutores de la estructura central, podría facilitar la organización de más visitas y animar a otros voluntarios a empezar a organizar visitas a museos.
Los beneficiarios no son los únicos que consideran los museos lugares sagrados. Esta percepción del museo como intimidatorio, restrictivo e, incluso, elitista también persiste entre los voluntarios, algunos de los cuales explican que no solicitan un mediador por miedo a que este no sea capaz de adaptarse a las necesidades de un público como el de los alumnos de FLE. Además, algunos voluntarios tienen una opinión negativa de alguna institución concreta por haberles impuesto en el pasado una franja horaria inadecuada (a veces prohibiendo las reservas en fin de semana), un tamaño de grupo inferior al de grupos fuera del ámbito social o un procedimiento de reserva complejo que requiere planificar con varios meses de antelación. Estas complejidades pueden resultar desalentadoras para los voluntarios, ya desbordados por todo el trabajo previo que implica la organización de una visita (comunicación, preparación de contenidos, gestión de inscripciones, etc.) y/o también por el trabajo en el momento de la propia visita, teniendo en cuenta que a veces los voluntarios se encuentran solos con un grupo de hasta 15 personas.
En conclusión, la Cruz Roja de París es una de las asociaciones que están integrando progresivamente la cultura entre sus actividades. Los voluntarios, con una mayor o menor preparación y supervisión, guían a sus beneficiarios por los museos, animados por la gratuidad de la visita y por posibles colaboraciones. Ahora más que nunca, las instituciones museísticas, que llevan muchos años trabajando en el ámbito social, deben seguir esforzándose por ser proactivas y por contactar directamente con los voluntarios de su zona.
[1] El derecho a hablar en voz alta en las salas de los museos para comentar las obras es algo que está reglamentado, y sólo se concede a guías habilitados a tal efecto y a conferenciantes titulares de una tarjeta profesional expedida por el Ministerio de Cultura.