Adrijana Turajlic
historiadora de arte y comisaria
Los museos no tienen fronteras,
tienen una red
septiembre 30, 2024
Palabras clave: arte urbano, museo de arte urbano.
¿Existen realmente museos de arte urbano? Si usted escribe en un navegador web “museo de arte urbano”, obtendrá resultados, y probablemente algún listado, de museos de este tipo. Por lo tanto, sí, como concepto físico sí que existen. Sin embargo, ¿no va la idea de institucionalizar el arte urbano creando museos especializados en contra de la propia esencia del arte urbano?
Con el objetivo de reflexionar sobre este tema, aquí analizo dos planteamientos muy diferentes, el del Street Art Museum Amsterdam (SAMA) y el del Urban Nation Museum de Berlín, dos instituciones enfocadas en el arte urbano y su conservación.
Del “grafiti” al “arte urbano”
Diferentes investigadores datan los orígenes del arte urbano en épocas distintas. Yo diría que el arte urbano empezó a desarrollarse en la segunda mitad del siglo XX, más concretamente en las décadas de los 60 y 70, junto con la cultura hiphop de Nueva York. En aquella época, la cultura hiphop era un producto de los guetos que permitía a las minorías marginadas expresarse. Uno de sus principales objetivos era acabar con la violencia y dar a los jóvenes una forma de expresión diferente (Chang 2007). Los cuatro elementos principales de la cultura hiphop –DJ, MC, b-boying y grafiti (Light & Tate 2019)– acabaron dividiéndose y desarrollándose por separado.
La evolución del grafiti dio lugar a lo que hoy llamamos arte urbano (“street art” en inglés). El arte urbano es un término genérico que engloba varios tipos de arte de los que se pueden encontrar en las calles. Las técnicas más conocidas utilizadas por los artistas son: grafiti (normalmente realizado sólo con aerosol o aerógrafo), sticker art o arte adhesivo (arte realizado previamente en un estudio y posteriormente pegado en las paredes), estarcido (el artista realiza unos cuantos recortes para luego rociar pintura sobre ellos y crear la obra de arte) y murales (la obra se pinta sobre una gran superficie). Sin embargo, muchas innovaciones del arte urbano son difíciles de clasificar.
Una reflexión sobre la institucionalización del arte urbano
Aunque el arte urbano sigue practicándose hoy principalmente de forma ilegal, poco a poco fue ganando legitimidad y se abrió camino en los museos. La pregunta más común que surgió entonces (y que sigue planteándose) fue la siguiente: ¿debería el arte urbano, que se supone que está en la calle, que es contemporáneo e intercambiable, encontrarse ahora “encerrado” en museos y galerías?
En efecto, la calle debía ser a la vez galería y museo. Además, el arte urbano también estaba en los espacios públicos para crear un diálogo: desafiaba las normas de la sociedad por su ilegalidad, y también contribuía a dar forma a diversos discursos, especialmente aquellos relacionados con cuestiones políticas o sociales.
Si volvemos al hecho de que el arte urbano era la voz de las comunidades marginadas, una vez que entran en unas instituciones que tienen sus normas y que han sido consideradas lugares de privilegio, aunque también de opresión, ¿no pierde el arte urbano su propia voz, una voz original y libre? Y así todo, al entrar en esas instituciones, el arte urbano gana, ante todo, legalidad y una forma de ser visto y presentado al público. Al ser reconocidos por estas instituciones, los artistas urbanos también tienen la oportunidad de obtener un prestigio por su trabajo e, incluso, llegar a desarrollar una carrera profesional.
Aunque el arte urbano puede estar perdiendo su propia naturaleza e intención, también está ganando mucho. Gran cantidad de formas o estilos artísticos que desafiaban la idea misma de arte o de museo, forman ahora parte de algunas de las colecciones más famosas del mundo, ocupando así su lugar en la historia del arte.
Street Art Museum Amsterdam (SAMA)
El Street Art Museum Amsterdam es un ecomuseo que mantiene una estrecha relación con su barrio, Nieuw West. La mayoría de las cerca de 300 obras de arte del museo están repartidas por el barrio, lo que significa que visitar el “museo” ofrece la oportunidad de aprender mucho sobre su entorno.
Figuras 1 y 2. El edificio del museo SAMA y sus alrededores (obra de arte: Tulips, de Orticanoodles). © Adrijana Turajlic.
Las obras de arte que componen el “museo” no se retiran de las calles, sino que permanecen ahí fuera, a disposición de todo el mundo. A excepción de un pequeño edificio central cubierto de arte urbano, que sirve principalmente para fines administrativos, ninguna de las paredes en las que se exponen las obras es propiedad del museo. La mayoría de las obras de arte de esta colección han sido encargadas o creadas como parte de diversos eventos. A veces, incluso se ha invitado a los habitantes del barrio a decidir el contenido de las obras de arte. Por lo tanto, aunque el SAMA “resolvió” el problema de cómo presentar el arte urbano en su entorno natural, no podemos evitar preguntarnos si un encargo puede considerarse realmente “arte urbano”. Teniendo en cuenta que la comunidad de este barrio está muy marginada, y que el barrio se considera un gueto, podríamos decir que, de alguna manera, esto da voz a los marginados. Sin embargo, esto significa que las voces de los artistas dependen de otros.
Y aún queda plantearse otra cuestión práctica. Como ya se ha dicho, el museo es propietario de un edificio muy pequeño y todas las demás piezas están repartidas por el barrio. Por lo tanto, el museo no es técnicamente el propietario de ninguna de las obras de arte. Si se derribara una de estas paredes, la colección del museo perdería una de sus piezas, aunque se mantenga la documentación de su existencia. De ahí que podamos plantearnos la siguiente pregunta: ¿está el SAMA preservando el concepto y el fenómeno del arte urbano en lugar de preservar las obras de su barrio?
Figuras 3 y 4. Obras de arte urbano en el distrito (Glory, de PEZ y Danny Recel; y Tolerance, de Alaniz). © Adrijana Turajlic.
Urban Nation Museum, Berlín
El museo Urban Nation de Berlín es más convencional: tiene un edificio museístico y funciona como un museo tradicional. La mayor parte de la colección se encuentra en el interior del edificio y la mayor parte de las obras de arte están realizadas utilizando formas tradicionales (cuadros, esculturas, vídeos, etc.), aunque con algún giro especial, y técnicas típicamente utilizadas para el arte urbano. Sólo encontramos algunas pocas obras de arte urbano “de verdad” en las calles cercanas al edificio, el cual sí que está cubierto de arte.
Figuras 5 y 6. Interior del museo e instalación artística/escultura de la colección del museo. © Adrijana Turajlic.
Figura 7. Expositor con diferentes tapas de aerosoles. © Adrijana Turajlic.
Aunque la mayor parte de la colección no es lo que consideraríamos piezas de arte urbano, no es la primera vez que se hace arte urbano utilizando formas artísticas tradicionales. Ya ocurrió por ejemplo en Nueva York en 1973, cuando los grafiteros expusieron sus obras sobre lienzos en la Galería Razor, en el SoHo (Blocal y Pope, s.f.). Por lo tanto, uno no puede evitar preguntarse si se trata de una forma de conseguir que las instituciones se adapten y moldeen el arte urbano según sus necesidades. Si el arte urbano pierde su espontaneidad y su mensaje y deja de ser una forma de expresión que invite a la reflexión, no quedará de él más que un estilo.
Conclusión
Podría decirse que tanto el SAMA como el Urban Nation Museum de Berlín salvaguardan el patrimonio con el “único” fin de preservar y comunicar el concepto y el fenómeno del arte urbano. No obstante, también crean puentes entre los marginados y la corriente dominante. El arte urbano merece ser investigado y preservado a su manera, pero la forma en que se puede mostrar y preservar respetando su naturaleza, está aún por definir.
Referencias: