Los museos no tienen fronteras,
tienen una red

Del 6 al 9 de noviembre de 2017 se celebrará en Los Angeles (EEUU) la última edición de la conferencia internacional de comunicación de arte Communicating the Museum, organizada por la agencia de comunicación cultural, Agenda, con sede en París. El evento reunirá a profesionales de una variedad de museos para debatir en torno al tema Museums Beyond Walls (Museos más allá de las paredes), analizar tendencias e intercambiar buenas prácticas. Frith Williams, jefa de exposiciones del Te Papa, el museo nacional, biocultural y multidisciplinar de Nueva Zelanda, y una de las principales ponentes de esta edición, ha dedicado algo de su tiempo a responder a algunas de nuestras preguntas de cara a la conferencia.

¿Podría hablarnos sobre su propia trayectoria hacia el Te Papa y ya una vez en el museo? ¿Cuál ha sido la experiencia más decisiva de su trabajo para conseguir la participación del público?

La trayectoria es como una rotonda y quizás sean las experiencias personales, y no las profesionales, las más decisivas. Personalmente, yo me identifico con esas personas que en un museo se encuentran fuera de lugar, y eso me ayuda en mi trabajo. Cuando era niña me encantaba una reproducción que había en el museo de mi localidad, era una clase de un antiguo colegio, con viejos pupitres de madera, olor a humedad, tinta y plumillas. Era como viajar en el tiempo. Pero, aparte de eso, a mí no me interesaban demasiado los museos y las galerías de arte. Los recuerdo como espacios estériles, de conversaciones educadas y etiquetas pretenciosas. Las obras de arte de casa estaban ahí, “en casa”. Pero en las galerías parecían frías y cohibidas, y me imagino que así es como me sentía yo también.

¿Cómo he acabado yo entonces trabajando en un museo durante 13 años? Al principio, por casualidad, como una escritora que había trabajado en editoriales del ámbito de la educación digital. El Te Papa era el lugar perfecto porque era un nuevo modelo de museo que llegaba a un público muy amplio que incluía la gente joven. Tenía repercusión. En la universidad estudié teatro y cine y ahora me encantan las cosas relacionadas con este campo pero en los museos: trabajar en tres dimensiones con varios medios. Me encanta la forma en que el visitante puede ser el personaje principal de una instalación o historia grande y envolvente. Ni siquiera el teatro o el cine pueden “invitarte al interior” de la misma manera. Aquí, de algún modo, esa cuarta pared ya se ha roto.

El Te Papa es famoso por ser un museo accesible y creativo, enormemente conectado con sus comunidades y en sintonía con su público. En este contexto, ¿qué implica exactamente “romper la cuarta pared”? ¿Podría decirnos algo sobre el trabajo del museo en esa línea?

Hay muchas formas de pensar en las paredes cuando se trata de un museo, pueden ser físicas, pero también intelectuales, emocionales y culturales, y hay muchas formas de romperlas, algo que supone un enorme esfuerzo de equipo.

Al igual que muchos grandes museos, nosotros rompemos las paredes físicas más obvias llevando de viaje a las exposiciones , como es el caso de nuestro último espectáculo internacional Bug Lab(Laboratorio de insectos), una colaboración con Weta Workshop sobre cómo los insectos pueden servir de inspiración para encontrar soluciones a problemas importantes de la humanidad.

Bug Lab al Museo de Melbourne. Fotografía de Stewie Donn © Te Papa

Y, por supuesto, también publicamos digitalmente a través de Collections Online (Colecciones online) y nuestro sitio web, donde se pueden encontrar algunas historias muy interesantes y formas de participar, como Art Wall (Muro de arte), que te permite ‘colgar’ una obra de arte en las galerías del Te Papa de cualquier parte del mundo. También es posible atreverse con art-wall.tepapa.govt.nz/. Es un proyecto que puede viajar, lo que permite que la colección de arte nacional aparezca en lugares inesperados.

Yo trabajo en el desarrollo de la exposición, donde romper paredes está principalmente relacionado con la forma de colaborar, de comunicarnos y de interactuar con nuestro público.

El Te Papa fue líder en relación con la colaboración con las comunidades, incluyendo las iwi(tribus) maoríes y otros grupos con baja representación, como los refugiados. Los museos crearon galerías dedicadas a albergar esas exposiciones, como es el caso de nuestro último espectáculo iwiKo Rongowhakaata. El concepto mana taonga describe la filosofía clave del proyecto: nuestras colecciones son cosas vivas que tienen fuertes lazos con sus lugares de origen. Por eso nuestros equipos pasan tiempo en esas comunidades, llegan incluso hasta los diminutos atolones de Tokelau, para escuchar a los lugareños hablar sobre sus taonga (tesoros) y sobre aquello que les preocupa. Los miembros de esas comunidades recopilan objetos en colaboración con nuestros comisarios y también vienen al museo para trabajar. Cuando creamos sus espectáculos estamos totalmente a su servicio. Otro equipo, el National Services Te Paerangi (Servicios Nacionales Te Paerangi), está constantemente viajando por el país y ofreciendo apoyo a cientos de pequeños museos gestionados por voluntarios para cuidar e interpretar sus taonga.

Apertura de la exposición Ko Rongowhakaata, una colaboración con las iwi (tribus) Rongowhakaata. Fotografía de Tim Onnes © Te Papa

Actualmente estamos reorganizando todos los espectáculos de larga duración del museo y para ello también intentamos romper algunas paredes. Hemos estado haciendo pruebas con el público por todo el país para recopilar las opiniones de los neozelandeses en cuestiones de arte, asuntos medioambientales y acontecimientos históricos, y para ello hemos tenido que viajar a varios lugares. (Somos un museo de arte, de ciencias naturales y de historia, todo en uno, por eso trabajamos en todos estos frentes.). Pero también estamos agudizando más el ingenio con nuestro público, hacemos pruebas a diario y creamos prototipos rápidos con papel, bolígrafo y cinta. Hace poco probamos un nuevo modelo interactivo sobre la extinción en un colegio local para ver la reacción de los niños al tocar cráneos de pájaros (reacciones mixtas y, sorprendentemente, relacionadas con el género) y también solemos llevar ideas incipientes al ámbito del museo. Nuestros nuevos equipos de diseñadores de experiencias (exposiciones) y de diseñadores de experiencias de usuario (digital) nos están ayudando con todo esto.

Calentamiento para probar un concepto de exhibición en Island Bay School, Wellington. Fotografía de Frith Williams © Te Papa

Al igual que ocurre en cada vez más museos, también dedicamos más tiempo a explorar temas controvertidos y creamos espacios para que la gente debata sobre esos temas, porque nosotros no somos los únicos expertos. Así, los majestuosos albatros y los raros peces abisales pueden servir para estimular un debate sobre métodos de pesca o sobre los plásticos en los océanos. ¿Debemos prohibir las bolsas de plástico como las que vemos en el estómago de este albatros? ¿Qué pasa con los tejidos sintéticos hechos a partir de microplásticos? Se trata siempre de conectar nuestras colecciones, unas colecciones que de lo contrario podrían percibirse como algo suspendido en el tiempo, con temas que preocupan hoy, así como de preparar colecciones relacionadas con temas de actualidad.

Ser capaces de responder como visitante en las exposiciones tiene valor en sí mismo, por supuesto, pero ¿qué pasaría si algunas de esas contribuciones, como las respuestas al cambio climático, pudieran resultar útiles para investigadores? Si recopilamos esas respuestas digitalmente, será más fácil compartirlas con otras organizaciones y aportar información a sus investigaciones. Por eso estamos analizando como hacer todo esto.

Luego está el uso de una voz personal en lugar de una voz tradicional de comisario de exposición, no solo para eliminar esa división entre expertos y no expertos, sino también porque suele resultar más creativo y convincente. Nuestro espectáculo itinerante Bug Lab está “narrado por bichos” y Gallipoli: The Scale of Our War (Gallipoli: la escala de nuestra guerra) está narrado por soldados. Las nuevas galerías incluirán también algunas interpretaciones más extravagantes del arte para abordar así el miedo al arte.

Modelo de la enfermera Lottie Le Gallais, Gallipoli: The Scale of Our War. Fotografía de Michael Hall © Te Papa

Al ser un mueso multidisciplinar también podemos jugar con los límites entre las distintas disciplinas, por ejemplo, reuniendo el mātauranga (conocimiento maorí) y la ciencia. Así, uno puede descubrir cómo el relato maorí sobre Ngātoro-i-rangi y las cestas de fuego se solapa con los conocimientos científicos sobre los volcanes del Cinturón de Fuego del Pacífico. En este caso podemos mezclar los distintos tipos de actividades que uno podría esperar de las disciplinas relacionadas. Por ejemplo, podríamos aplicar al arte o a la historia un enfoque práctico típico de “galería de ciencia” y ver cómo un caleidoscopio crea figuras de colores o navegar en waka(canoa) a Aotearoa Nueva Zelanda, o podríamos aplicar el arte a los espectáculos de ciencia e historia.

Por último, y ahora volvemos a las paredes físicas, queremos mejorar la conexión entre los visitantes y los lugares fuera del museo para que aprendan y se involucren. Por ejemplo, que vean representaciones en directo, participen en tareas de limpieza del puerto o profundicen más online. Se trata realmente de ser una puerta hacia el resto del país, como un agujero en la pared, pero ¡en absoluto un pared!

¿Hasta qué punto resulta esencial la identidad del lugar para la experiencia en el Te Papa (i.e. familiaridad con el contexto histórico y cultural del país, pero también una arquitectura singular y simbólica en el edificio, que cuenta historias por sí mismo y está conectado con las historias que se cuentan en su interior)? ¿Cómo se transmite (o no) todo esto en los espacios virtuales, en las exposiciones itinerantes y en las demás iniciativas del Te Papa “más allá de sus paredes”?

Aproximadamente la mitad del público del museo es nacional y la otra mitad internacional, por lo que podemos asumir que sabe mucho del entorno, la historia o el arte de Aotearoa Nueva Zelanda. Queremos ofrecerles esa identidad del lugar y manaaki, o darles una bienvenida particularmente neozelandesa. Eso es importante. Como museo nacional, no somos enciclopédicos. Estamos aquí, sobre todo, para explorar aquello que hace que este lugar del Pacífico sea único, no solo las historias más conocidas, sino también algunas de esas sorprendentes historias aún por contar.

Eso que lo hace tan especial continúa fuera de las paredes del museo a través de espectáculos como Whales | Tohorā (Ballenas | Tohorā), que explora la conexión de los neozelandeses con las ballenas, un espectáculo que lleva viajando por varios países durante una década, y de programas públicos como Matariki, el Nuevo Año maorí. Este año, Matariki ofreció varias oportunidades más allá de nuestras paredes: un ritual al aire libre, recursos online y programas en colegios. En línea con nuestro lema original “Our Place” (Nuestro lugar), también queremos que la gente traiga sus propios lugares a nuestros espacios para poder compartirlos, por ejemplo, en relación a cómo se conectan con su tierra.

El estanque de Te Papa durante el Festival Matariki (año nuevo maorí), 2017. © Te Papa

Resulta interesante que mencione el edificio. Es cierto que es simbólico: una “cara” maorí, otra europea. Un marae (lugar de reunión) en el que todos son bienvenidos. Debajo, Papatūānuku(Madre Tierra, el entorno natural), la base de todos y de todo. Es una parte importante de la historia y de la identidad del museo aunque no sea tan obvio para la gente. Plantea también la cuestión de hasta qué punto los edificios deben determinar la forma de contar las historias que se encuentran en su interior. Nuestra sociedad ha cambiado desde que el Te Papa abrió sus puertas hace 20 años. ¿Es la separación de las historias maoríes y no maoríes, típica de nuestro pasado, lo que queremos que nos guíe hacia el futuro? ¿Cómo representamos hoy en día la multiculturalidad? Estas cuestiones se debaten actualmente como parte de nuestro proceso de renovación. Puede que haya que esperar hasta que las principales exposiciones vuelvan a abrir sus puertas para descubrir esa última cuestión.