Los museos no tienen fronteras,
tienen una red

Peter Ostritsch

Jefe de Colecciones del museo de Sörmlands, en Nyköping (Suecia)

 

Palabras clave: innovación, accesibilidad, nuevos enfoques, colecciones.

Colecciones de museos en “Almacenes narrativos”. Nuevas formas de conectar con el patrimonio cultural.

El juego con el secretismo puede ser un factor importante para atraer la atención del público hacia los museos y las exposiciones. Sin embargo, en lo que respecta a la accesibilidad y al uso de las colecciones de los museos, yo diría lo contrario. Debemos, por lo tanto, ampliar el acceso a las colecciones en lugar de “ocultarlas”.

En este artículo argumentaré que se puede conseguir que las colecciones de los museos sean más accesibles, que se puedan utilizar más y, sobre todo, que el público las pueda comprender mejor. Utilizaré los “Almacenes narrativos” del museo de Sörmlands, en Nyköping (Suecia), como ejemplo de un posible nuevo formato para las colecciones de los museos.

Por motivos tanto prácticos como económicos, la inmensa mayoría de las colecciones de los museos suele guardarse en almacenes que no están cerca del propio museo ni son fácilmente accesibles al público.

Sin embargo, si los museos quieren hacer un mejor uso de sus colecciones y permitir que el público interactúe con ellas, hay que encontrar nuevas formas de mejorar la accesibilidad. Es necesario que los museos tengan un enfoque holístico y que vean los conceptos de “coleccionar” y “hacer uso de las colecciones” como si fueran lo mismo. ¿De qué sirven estas colecciones si la gente no puede interactuar con su patrimonio cultural?

En noviembre de 2018 el museo de Sörmlands, un museo regional de historia cultural inauguró un nuevo edificio museístico en el que hay exposiciones, oficinas y almacenes para toda su colección, y que incluye alrededor de 80 000 objetos, 1 millón de fotos y 400 metros de estanterías de material de archivo.

Antes de trasladarse a un nuevo edificio, el museo guardaba sus objetos tridimensionales en un almacén subterráneo y su material de archivo en el edificio de oficinas. El museo abría periódicamente el almacén para pequeños grupos de visitantes y lo que se mostraba eran filas de objetos clasificados por tipo o material: armarios en una sección, cuadros en otra, ropa en una tercera, metales y hierros en una sala, objetos de madera en otra, etc., lo habitual en la mayoría de los almacenes de museos.
Cada vez que había una donación, los objetos se separaban por material, categoría o tamaño y el resultado era que el relato común que mantenía unidos esos objetos desaparecía o, cuando menos, dejaba de ser visible.
En un esfuerzo por restaurar un relato común, el museo creó varias subcolecciones. La base de datos digital del museo, en la cual se guardaba un registro de los vínculos entre los objetos, fue un recurso muy útil en este proceso de analizar, encontrar y reorganizar objetos que originalmente iban juntos pero que habían sido separados físicamente hacía 1, 10 o 50 años.
Una premisa para que esta estrategia funcione consiste en realizar un minucioso proceso de recopilación y documentación. Cuando se recibe un objeto, el museo no sólo hace preguntas sobre el objeto propiamente dicho, sino que también realiza, si es posible, entrevistas biográficas a los anteriores propietarios o usuarios, y les pide más objetos (normalmente fotografías) que puedan aportar algo al relato. A veces incluso se incluye trabajo de campo etnográfico básico.

Colección Hervor Wester, Almacenes narrativos del museo de Sörmlands © Sörmlands museum

Como segundo paso para reavivar el interés por sus colecciones, el museo de Sörmlands ubicó los almacenes en el corazón del museo y los denominó “Almacenes narrativos”. El museo tuvo la rara oportunidad de crear un edificio nuevo y, al principio del proceso, decidió hacer uso de su mayor recurso: sus colecciones. La construcción de almacenes visibles en el centro del museo convirtió a las colecciones en el elemento principal del nuevo edificio. Puede que la idea de tener almacenes visibles dentro del edificio principal de un museo no sea nueva, pero la forma en que el museo de Sörmlands estructuró y presentó su contenido es bastante singular.

La vida en una finca, Almacenes narrativos del museo de Sörmlands © Sörmlands museum

Tomando como punto de partida el ya mencionado trabajo digital con las colecciones, el museo de Sörmlands quiso exponer sus objetos de acuerdo con esa estructura. Los principales criterios de la estructura organizativa ya no eran los propios objetos (no se priorizaba el material, la categoría o la forma del objeto), sino los relatos y las biografías de las personas relacionadas con los objetos. Los visitantes, en lugar de encontrarse frente a cientos de sillas anónimas o frente a una pila de platos, pueden ver, por ejemplo, un sombrero al lado de un álbum de fotos y de un bolígrafo, todos con la misma procedencia. Los objetos se exponen de forma más orgánica y los contextos histórico-sociales quedan más claros. De repente, las historias cobran vida y los visitantes pueden “conocer” a seres humanos en lugar de “simplemente” cosas.

Juventud en Gnesta 1995, Almacenes narrativos del museo de Sörmlands © Sörmlands museum

Los nuevos almacenes se encuentran en la frontera entre el almacenamiento tradicional y la exposición. Aunque las colecciones son, hasta cierto punto, comisariadas, no se añade ni se quita nada a la forma original de una subcolección o un relato.

Se puede entrar a los almacenes gratuitamente con un guía, y cada guía se centra en relatos o temas diferentes. Pero los visitantes también pueden ver gran parte de las colecciones sin guía, a través de grandes ventanales, y recibir información a través de pantallas colocadas a lo largo de las galerías. El contenido digital también se centra más en biografías de personas que en explicaciones de los objetos.

Con este enfoque centrado en los relatos el museo ha conseguido animar a más personas a aportar sus propias historias. Especialmente a particulares y grupos que han estado infrarrepresentados en los principales relatos sociales.

Los visitantes son más conscientes de la finalidad de los almacenes de los museos y de sus colecciones. Pueden ver más allá de los objetos y sienten más interés y curiosidad por donar objetos al museo si saben que lo importante no es “simplemente” el objeto, sino sus historias personales, historias que se conservarán y mostrarán en el museo a las generaciones venideras.