Los museos no tienen fronteras,
tienen una red

Paul McCrory

Autor, formador y coach en HOOK training

Palabras clave: Educación museística; Emociones; Interacción; Público joven; Desarrollo profesional.

Este artículo se basa en las ideas descritas en el libro del mismo autor, titulado Hook Your Audience (volume 1) — How Educational Presenters Can Captivate Their Learners Using Performance Techniques (2021).

Nadie tiene que escucharte. Cuando un docente del sector museístico hace una presentación, esta puede salir bien o mal en función de lo bien que pueda captar y mantener la atención de un público voluntario. Estos visitantes solo escuchan si usted les interesa, algo que es especialmente cierto cuando se trata de interactuar con las mentes de los más jóvenes. Sin embargo, el mundo del entretenimiento utiliza una estrategia probada que nosotros podemos tomar prestada para conseguir su atención: provocar sus emociones.

Camiseta con la inscripción
Nadie tiene que escucharte. © Yay Images, licencia estándar libre de derechos.

El poder de los ganchos emocionales

Todas las formas de entretenimiento crean emociones fuertes y diversas en el público. Es el caso de las películas, los monólogos en directo, los conciertos de música. Las emociones son lo que hace que una experiencia sea entretenida.

Lo que resulta crucial es que las emociones también provocan la atención involuntaria de los miembros del público, independientemente de lo interesados que estén en un primer momento en el tema de la presentación. Según la teoría evolutiva de las emociones, propuesta originalmente por Darwin, las emociones fueron vitales para la adaptación y supervivencia de los seres humanos, por ejemplo, el miedo instantáneo en respuesta a las amenazas de su entorno. Los guardianes de los cerebros del público han evolucionado para que sus emociones pasen directamente a su consciencia. Las dejan pasar sin preguntar.

Cuando hablo de provocar “emociones” como docente, no me refiero a provocar necesariamente lágrimas, sentimentalismo o controversia. Estas respuestas son lo que, en el lenguaje cotidiano, la gente suele asociar a algo “emocional”. Me refiero, por el contrario, a un gran abanico de emociones tales como curiosidad, diversión, anticipación, incertidumbre, alegría, asombro, admiración, sorpresa, la alegría de comprender, sobresalto, confusión, algo de miedo, etc.

Suelo pedir a los docentes a los que doy formación que piensen en un recuerdo intenso de algo que hayan aprendido en sus años de colegio. Todos los recuerdos que me han contado tienen que ver con una emoción potente. Los sentimientos juegan un papel que resulta vital en el proceso de aprendizaje, pero que a menudo se ignora. Los investigadores han demostrado que las emociones de los alumnos tienen un impacto muy poderoso en la atención, la motivación, el interés, la memoria y la relación entre el alumno y el docente (la obra de Cavanagh The Spark of Learning, cuya referencia se encuentra al final del artículo, ofrece una introducción muy útil sobre estas investigaciones). Sin embargo, los sentimientos extremos pueden anular las principales enseñanzas, razón por la cual los docentes tienden a crear en sus presentaciones respuestas emocionales moderadas.

Durante siglos hemos separado artificialmente en nuestros modelos psicológicos la razón de las emociones, para ayudarnos a afrontar la complejidad de nuestros cerebros. Pero, durante los últimos 30 años, los neurocientíficos, como Antonio Damasio, han descubierto que las emociones y el pensamiento están inextricablemente vinculados. Esto se demuestra más fácilmente con ese estado de euforia que se siente cuando uno se da cuenta de que acaba de aprender algo, es el momento del descubrimiento. Esa alegría asociada al descubrimiento ¿es una emoción o un pensamiento? Es ambas cosas. La comprensión de algo nuevo implica pensamientos, o cognición, pero también aporta alegría y orgullo cuando uno se da cuenta de lo que ha aprendido.

Cuando el docente utilice los ganchos emocionales, no solo captará la atención del público, o le animará a disfrutar del tema de la presentación. Provocar emociones también les ayudará a entender y recordar el contenido de la presentación.

Algunos alumnos muestran reacciones emocionales
Reacciones de los alumnos. © Alexander Dickson Primary School, Ballygowan in Northern Ireland.

Despliegue sus ganchos emocionales de manera uniforme

Cuando muchos docentes piensan en un gancho, se imaginan esa fuerte actividad que capta, de manera inmediata, la atención de sus alumnos desde el principio de la presentación. Las aperturas potentes son importantes, pero el problema de esa estructura clásica es que, por muy eficaz que sea, el impacto de cualquier gancho irá decayendo después de la presentación.

Cuando utilizo el término “gancho”, me refiero a los dispositivos de interacción emocional, grandes y pequeños, cortos y largos, que yo coloco estratégicamente a lo largo de una presentación. Como imagen mental para este modelo, piense en la densidad de los ganchos de una tira de ganchos y bucles (velcro), en lugar del gancho único que encontramos en una caña de pescar (el anzuelo).

Este enfoque crea un efecto de vigilancia en la mente del público, que se mantiene atento para poder detectar ese siguiente gancho emocional que le resulta tan gratificante. Los ganchos cortos pueden durar tan poco como una fracción de segundo, como ocurre con una pausa momentánea antes de revelar una respuesta. Sin embargo, algunos ganchos más largos pueden durar casi toda la presentación, como cuando se crea suspense sobre la resolución final de la historia que se está contando, el momento en el que por fin encajan todas las piezas del puzle.

A medida que uno va ganando experiencia, irá desarrollando las antenas que le permitan detectar los ganchos y mejorar su capacidad para decidir cuáles captarán la atención de su público. Se trata de una habilidad vital para cualquier docente del sector museístico. Estos son otros ejemplos de ganchos emocionales:

  • contagiar al público con sus emociones, por ejemplo, revelando la curiosidad que a usted le despierta el tema de la presentación;
  • la sorpresa provocada por una demostración científica contraintuitiva;
  • compartir una historia sobre la intriga y la conspiración que hubo entre algunos personajes históricos famosos;
  • suscitar asombro ante un hecho fascinante;
  • utilizar vídeos divertidos para mostrar de qué formas tan ingeniosas se protegen algunos animales;
  • aprovechar el suspense acumulado mientras espera que se desencadene una reacción química en una demostración;
  • cometer errores deliberadamente de vez en cuando para alterar un patrón en el que todo va bien y permitir que el público le corrija;
  • utilizar un formato de concurso competitivo para interactuar con los alumnos en un tema que, de otra manera, podría parecerles abstracto o árido;
  • empezar una cuenta atrás entre el público para generar más expectación y emoción antes de realizar un truco dramático;
  • generar una sensación de peligro, seleccionando a un profesor para que le ayude con una actividad potencialmente peligrosa.

Así que, la próxima vez que esté revisando una presentación que vaya a hacer, considere la posibilidad de hacer una auditoría emocional. ¿Qué señales emocionales está utilizando en cada párrafo de su guion y cómo puede aumentar y diversificar la variedad de esas emociones?

Nadie tiene que escucharte. Pero todo el mundo escucha los ganchos emocionales.

Referencias y recursos

Cavanagh, S. R. 2016. The Spark of Learning: Energizing the College Classroom with the Science of Emotion. Morgantown, West Virginia: West Virginia University Press.

Damasio, A. 2006. Descartes’ Error: Emotion, Reason and the Human Brain. Londres: Vintage.

Darwin, C. 2013. The Expression of the Emotions in Man and Animals. Cambridge: Cambridge University Press.

McCrory, P. 2021. Hook Your Audience – summary. Disponible en: https://www.hooktraining.com/hook-your-audience-summary/