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octubre 16, 2023

ICOM Voices Las colecciones y el golpe de Estado: 
Cómo las instituciones democráticas brasileñas salvaguardaron su patrimonio histórico y artístico tras un intento de golpe de Estado

Claudia Porto

Museóloga de la Cámara de los Diputados / Congreso de Brasil, consultora independiente de museos centrada en la comunicación de colecciones y miembro del Consejo de Administración de ICOM Brasil.

Palabras clave: patrimonio cultural, conservación de colecciones, gestión de colecciones, educación para la democracia.

El 8 de enero de 2023, actos antidemocráticos en la capital brasileña provocaron la vandalización del patrimonio público histórico y artístico en el Congreso Nacional, el Supremo Tribunal Federal (STF) y el Palacio de Planalto (residencia oficial del presidente).

En este artículo describo la rápida respuesta de los equipos que gestionan las colecciones del Congreso y subrayo la importancia de realizar un inventario e implementar un plan de gestión de riesgos. También destaco la iniciativa del STF de exponer públicamente fragmentos de las piezas dañadas para volver a representar el atentado. Por último, subrayo la importancia de que los altos cargos de instituciones públicas como éstas reconozcan la necesidad de invertir en la conservación de sus colecciones, las cuales sirven, en sí mismas, como poderosas herramientas educativas para defender la democracia.

Ataque a los palacios, ataque a la democracia 

Las imágenes de los periódicos del 8 de enero de 2023 mostraban escenas inquietantes: ventanas destrozadas, mobiliario y equipos rotos, patrimonio artístico e histórico vandalizado y salas inundadas. Ese domingo miles de partidarios del ex presidente de extrema derecha de Brasil invadieron y destrozaron los edificios del Congreso Nacional, la Presidencia y el Supremo Tribunal Federal. El ataque infligió graves daños al patrimonio cultural de estas instituciones. Pero, más allá de todo eso, supuso una amenaza para la propia democracia de Brasil. ¿Qué desencadenó estas invasiones? La indignación por los resultados de las elecciones que, sólo siete días antes, habían investido a un presidente de izquierda. Un intento de golpe de Estado desastroso. 

Fig. 1. Fachada del Congreso Nacional con ventanas destrozadas. © Pedro França/Agência Senado.

Brasilia está inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1990 como ejemplo de urbanismo y arquitectura modernistas. Hay edificios públicos emblemáticos, como las sedes de los tres poderes republicanos, diseñados por el arquitecto Oscar Niemeyer. El Congreso Nacional, que alberga el Senado Federal y la Cámara de los Diputados, junto con el Supremo Tribunal Federal y el Palacio de Planalto, encarnan la independencia y armonía entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, los cuales sirven como símbolos de la democracia brasileña. La proximidad geográfica entre ellos facilitó las invasiones.

Las colecciones de estas tres Cámaras son una de las fuentes más importantes y representativas de la vida política nacional. Reúnen documentos producidos desde el establecimiento del Parlamento brasileño en 1823, incluyendo Constituciones, manuscritos, fotografías y material audiovisual. Los palacios también conservan obras de artistas como Alfredo Ceschiatti, Victor Brecheret, Di Cavalcanti, Athos Bulcão y Marianne Peretti, además de mobiliario diseñado por Niemeyer, Ségio Rodrigues y Jorge Zalszupin. Los regalos protocolarios, ofrecidos por jefes de Estado y representantes diplomáticos que visitan el país, enriquecen aún más estas colecciones.

Fig. 2. Un restaurador del Museo del Senado muestra los daños infligidos a un tapiz de Burle Marx. © Pedro França/Agência Senado.

Daños y contaminación

Numerosos objetos resultaron dañados en el atentado. En el Palacio de Planalto, un reloj de péndulo del siglo XVII fabricado por Balthazar Martinot, regalo de la corte francesa a Portugal que posteriormente trajo a Brasil el rey Don João VI, fue arrojado intencionadamente al suelo y destrozado.

Aún más significativos fueron los daños infligidos al patrimonio nacional. Un cuadro de Di Cavalcanti sufrió siete cuchilladas y un tapiz de Burle Marx apareció rasgado y manchado de orina. Desfiguraron y rompieron pinturas y fotografías históricas. También se encontraron obras de arte flotando en el agua que se esparció por las salas después de que los vándalos abrieran las bocas de riego.

Hubo que rescatar objetos entre los escombros y tratar arañazos, abolladuras, roturas, manchas, oxidación y piezas rotas, así como la suciedad provocada por las sustancias químicas secas de los extintores. Algunas partes de los objetos destruidos nunca se recuperaron. El éxito de la operación de salvamento sólo fue posible gracias a la rápida actuación de los departamentos responsables y el apoyo de los equipos de limpieza y mantenimiento, así como de voluntarios. Pero también se debió a las medidas de gestión y conservación implementadas previamente.

La importancia del inventario

El Museo del Senado acababa de empezar a catalogar su colección cuando se produjeron las invasiones. Una de las primeras zonas atacadas por los extremistas fue la sala de exposiciones, pero el inventario de las piezas que allí se guardaban ya se había completado, lo que facilitó la identificación y el tratamiento de los bienes que había que manipular.

El museo ya había inventariado toda la colección de la Cámara de los Diputados, por lo que conocía con precisión la cantidad, tipología y estado de conservación de cada uno de los objetos incluido en el inventario, así como su ubicación exacta en el palacio. Esta información resultó especialmente importante debido al frecuente movimiento de obras de arte solicitadas para la decoración de las distintas direcciones y oficinas parlamentarias.

Simultáneamente, el Departamento de Conservación, en colaboración con otros departamentos responsables de las colecciones históricas y artísticas, elaboró e implementó la Política de Conservación, el Plan de Gestión de Riesgos y la Guía de Preparación ante Emergencias para posibles catástrofes. Estos esfuerzos, junto con una formación periódica de los equipos de limpieza y mantenimiento, demostraron ser indispensables. En aproximadamente cuatro meses se había procesado, limpiado y/o restaurado más del 80 % de los objetos vandalizados.

Fig. 3. Restauradores de la Cámara de los Diputados inspeccionan una escultura de Alfredo Ceschiatti. Al fondo, un panel de Marianne Peretti. © Pedro França/Agência Senado.

Fig. 4. Huevo de avestruz, regalo del Presidente de la Asamblea Nacional de la República de Sudán a la Cámara de los Diputados, antes y después del atentado. © Câmara dos Deputados/ CEDI/ Seção de Conservação e Restauração.

En otra línea de actuación, el Supremo Tribunal Federal optó por no restaurar la integridad física original de determinados objetos. Con el fin de documentar y volver a representar los acontecimientos del 8 de enero, montó exposiciones con objetos dañados y otros vestigios físicos del ataque, y las completó con fotografías de la invasión y de la restauración del palacio.

Una característica común a algunas de las instituciones mencionadas anteriormente es que, en cada una de ellas, la concienciación de la alta dirección sobre la importancia de preservar las colecciones partió de los propios equipos responsables de su gestión. Estos equipos suelen forjar alianzas estratégicas externas con autoridades y universidades y consiguieron implicar a una figura fundamental: el patrocinador del proyecto, un miembro de la alta dirección de la institución, con un notable grado de influencia y autoridad y que puede desempeñar un papel en la defensa del proyecto ante la alta dirección, mejorando así las perspectivas para su aprobación.

Por último, es importante destacar que cámaras como la de los Diputados y el Senado, que se erigen como símbolos de la democracia brasileña, también deben canalizar inversiones hacia programas que consideren estas colecciones como instrumentos para la reflexión crítica y la educación. Tales programas tienen el potencial de reforzar la conciencia histórica de la sociedad y contribuir al establecimiento de una identidad nacional sólida y democrática. Es más, podrían desempeñar un papel en la prevención de otros actos de vandalismo.

Agradecimientos

Este artículo ha sido posible principalmente gracias a la colaboración de Gilcy Azevedo, ex jefa del Servicio de Conservación y Restauración de la Cámara de los Diputados, Ronaldo Carneiro, jefe de la Sección de Conservación y Restauración de la Cámara de los Diputados, y Mateus de Carvalho, museólogo del Museo del Senado Federal.